Acceder

NO TE PIERDAS HOY.....

lunes, 12 de abril de 2010

La maricona

Hoy voy a hablar de la maricona.

La típica maricona.

La maricona española.

Pero no vayáis a pensar que pienso hablar de los homosexuales... no, no, pardillos...

...Hay muchos homosexuales que son mucho más hombres que la maricona española...

Tampoco voy a hablar de transexuales, drag queens, afeminados ni nada similar...

Voy a hablar de la maricona, el maricón, el auténtico cobarde de nuestros tiempos, al que, con toda seguridad, le gustan las mujeres y que, muy probablemente, esté casado con alguna de ellas o incluso se haya montado en la noria de varios matrimonios.

La maricona de la que hablo, la típica maricona, no es ni más ni menos que el típico español de nuestros días.

Es el típico español al que Federico Jiménez Losantos denomina "el de otra de gambas".

La maricona española es el sucesor del pretérito y paleontológico "macho ibérico", el espécimen al que ha ido sustituyendo progresivamente, y es el complemento ideal de la marimacho hispánica, con la que suele estar casado muchas veces. Suele clasificarse además en dos subespecies: el del calzonazos o el del bragazas.

La maricona española suele ser un individuo que siempre vota al mismo partido (sea de derechas o de izquierdas, porque es fiel al aguerrido y machote principio de "Virgencita, que me quede como esté").

La maricona hispánica prefiere no tener conversaciones comprometidas de política, ni mostrar su opinión. Ni mostrar el mínimo arrojo ante nada.

Si entre compañeros de trabajo surge el tema político, la maricona española se escabulle y pone ojitos de comadreja, dándole la razón a unos y a otros con una sonrisa; o se zambulle entre sus papeles simulando una falsa aplicación laboral de la que carece por completo, pero que teatraliza muy bien.

No quiere problemas. No quiere oír hablar de crisis. No quiere oír hablar del paro, pues ése es un tema que afecta a "otros" y, a él -gracias al Dios de los tibios- no.

Si, por el contrario, está parado, tampoco protesta -no sea que le vayan a quitar el subsidio-. Y, si ya se le ha acabado éste, tampoco -no sea que le vayan a enviar a presidio.

En el bar -eso sí-, en el escaso tiempo que puede robar entre su salida del trabajo y su llegada a casa (donde le espera ardorosamente su querida marimacho), se hace el macho cabrío hablando de fútbol con los parroquianos y ahueca la voz, gritando que haría tal o cual cosa a aquel futbolista del equipo contrario, mientras, en su pobre imaginación se ve a sí mismo ejercitando tal sarta de barbaridades con su jefe. El mismo jefe al que nunca se ha atrevido a decir nada y al qu,e fielmente, le ha ido lamiendo los zapatos día a día, hasta sacarle un brillo tan esplendoroso como su cobardía.

La maricona española, señores, no es un ejemplar en extinción.

Todo lo contrario: es una especie que aumenta día a día, una auténtica plaga australiana, un alud oceánico que algún día nos ahogará a todos.

Mientras tanto, pasito a pasito, la maricona hispánica sigue con sus tareas diarias, votando a los de siempre, sumiso, calladito, impertérrito ante la creciente pobreza que azota a la sociedad en la que vive, insolidario como una marmota, cobarde como una ratilla...

La maricona hispánica es el futuro, amigos, de esta pestilente sociedad española que tan trabajosamente hemos conseguido construir desde que aprobamos la Prostitución del 78.




viernes, 9 de abril de 2010

El culamen

No sé si será una cosa única de España (Spain is different) o esta costumbre está extendida por otros pagos, pero la moda de ir por la calle enseñando los culos que nos invade desde hace años me tiene confundido.

Me explico: Me refiero a esa costumbre que tienen los chicos de ir enseñando parte del calzoncillo, a veces hasta su mitad y más, y, si es posible, haciendo propaganda de sus fabricantes -Calvino el Clon y similares-; y las chicas (y no tan chicas), altas y bajas, de ir enseñando sus bragazas (no diremos la cursilada de "braguitas"), sus tangas o, directamente, el comienzolarajalculo directamente, sin rodeos.

Quizás todo tenga su origen en aquella moda grunge que, en los 90, convirtió a nuestros jóvenes en pedigüeños ambulantes, en mendigos de marca y litrona.

Me acuerdo de aquellos gloriosos tiempos de mi alcohólica juventud en los que las tribus urbanas estaban bien clasificaditas y diferenciadas en su estética: los rockers (que aún sobrevivían desde los años 50); los punks, con sus temibles crestas y terroríficas melopeas; los mods, especie extinta que eran los seguidores de los Who y que, simplemente, llevaban gabardinas estilo inspector Gadget y, algunos, corbatitas; los pijos, clásicos de toda la vida (como yo), que siempre han persistido y persistirán per saecula saeculorum; los góticos, alegres y pizperitos muchachitos seguidores de The Cure y similares; los folkies (por esa etapa también pasé yo), seguidores de la música celta y de los maravillosos Jethro Tull); los heavies, una mezcla gritona y alegre entre folkies y rockers... En fin, un sinfín de sinfines.

Por entonces, los hippies ya estaban extintos, y lo más divertido era ver las peleas entre mods, rockers y punkies, parecidas a ésas de la aldea de Astérix, cuando el pescadero de la misma las comienza dando un besugazo a alguien al decirle que su pescado no es fresco...

Actualmente sólo perviven los góticos, los eternos pijos, algún remedo de punky y los grunges; aunque nadie los llama ya grunges; ni siquiera saben lo que es eso...

Y de ese movimiento grunge es de donde deriva la estética de la juventud actual, es decir, la estética del feísmo, cálidamente acogida desde siempre por los movimientos antisistema, sólo que aderazada, además, con valientes capuchas y elegantes pañuelos al rostro. Desde entonces los jóvenes empezaron a vestir como lo que dicta el Manual del Buen Albañil.

La actual desbordada pasión por el Cantinflismo no es más que un subproducto del movimiento grunge y no sé en qué podrá derivar... en ir directamente sin pantalones y faldas, con aderezo de palominitis, o en ir directamente sin nada, con lo que los hombres empezaríamos a fijarnos con fruición en otras excitantes partes del cuerpo ocultas, como las axilas y los pies (...es que somos así de viciosillos y no tenemos solución...).

Pues bien, para todos aquellos jovenzuelos y jovenzuelas, veinteañeros, treintantones y cuarentañeros os recomiendo
El Blog de los Culos, donde podréis recabar una multitud de interesantes ideas para modas futuras...




Pulsa en las ETIQUETAS para encontrar otros artículos relacionados

La envidia de los gilipollas

Un anónimo "Fernando", con la gallardía de los envidiosos que ocultan su perfil público, a propósito de mi blog principal, El Filóloco, me escribe lo siguiente:


"Das pena tío, tantos post y nadie te deja un comentario.

Mas que loco pareces un gilipollas."



Y mi respuesta es ésta:


"Simpático Fernanducho:

Poca gente me deja comentarios porque, básicamente, están de acuerdo conmigo, salvo cenutrios como tú.

La prueba de que mi blog es muy leído son mis estadísticas, que a aquí te dejo, para que te revuelvas en tu envidia: un mínimo de 250 personas distintas al día (muchas veces muchas más) y un mínimo de 450 páginas vistas al día.

Otros blogs son mucho más comentados -como el de la Ruby Marmolejo y su troupe- y, sin embargo, son infinitamente menos leídos (mira sus posiciones en Alexa [y mira las mías])

Saludos, querido berzotas XDDDD"





martes, 6 de abril de 2010

Alemania o los chuloputas de Europa



Estos días Europa ha vuelto a vislumbrar la arrogancia alemana encarnada en esta teutona encumbrada en el poder llamada Merkel: nuevas amenazas a casi todas las letras de los países que los congénitamente racistas anglogermánicos denominan PIGS (Portugal, Italia, Greece, Spain), esta vez dejando fuera a Italia -de momento.

Nos amenaza la sujeta con expulsarnos del euro. Como si Alemania fuera la dueña de Europa. Como si una decisión de tal magnitud no debiera ser aprobada por el conjunto de los países de este histérico continente.

De nuevo la chulería y prepotencia alemana -que tanto sufrimiento y tanta sangre derramada ha traído a la humanidad- asoma con un rugido que, a la larga, suele convertirse en el ladrido de un perro enano, como lo han demostrado las continuas derrotas que ha sufrido tan olvidable país.

Alemania, más que por sus grandes filósofos y sus admirables músicos, tristemente será recordada, en primer lugar, por sus acomplejados caudillos, que no dejaron más que sangre allá por donde pasaban.

Que recuerde siempre esto la prepotente dirigente de la impotente Alemania de la Historia.




"Terrorismo español"



Hace tan sólo unos días, tras el primer asesinato de ETA cometido en Francia, el presidente galo, Nicolás Sarkozy, declaraba, ante todos los medios de comunicación, que no cejaría en su lucha contra el "terrorismo español".

Me sorprendió que ningún medio de nuestra Patria incidiera en la literalidad de estas palabras: "terrorismo español".

No deja de tener razón Sarkozy en denominarlo "español", pues no son otra cosa los vascos -muy a mi pesar, pues, según mi opinión, nunca se han merecido tan honroso gentilicio.

Desde luego, no es terrorismo lituano, ni estadounidense, ni birmano. Es terrorismo español. Con todas sus letras.

Pero, desde luego, no deja de ser ofensivo, por lo injustamente extensivo que resulta dicho término.

Es como si, en España, al hablar del "terrorismo de las FARC", dijéramos "terrorismo colombiano". Sería injusto, porque el común de los españoles -en su mayoría analfabetos funcionales votantes de Zapatero- pensarían que todos los colombianos son unos terroristas.

Lo mismo pasa en Francia: ante estas bastas y gruesas palabras del pintoresco presidente francés, muchísimos de los cursis del Norte pueden llegar a pensar que es un terrorismo organizado por el Estado español contra la amariconada y achampañada República.

Y no es así.

Como siempre, los franchutes buscan una excusa para ofendernos, aun en la ayuda que nos ofrecen.

Si este Gobierno tuviera lo que debiera tener y se vistiese más en sus relaciones exteriores con el rojo de la fuerza que con el rosita habitual, habría protestado contundentemente por esa injusta generalización.

Muchos años llevamos conteniéndonos los españoles al hablar de "terrorismo de ETA" y no de "terrorismo vasco" (que ambas cosas es).

En las relaciones exteriores se exige un lenguaje políticamente correcto.

Lo que no es de recibo es que el ridículo Gobierno de nuestra tierra emplee siempre esa corrección política ante perdonavidas como Chávez o Castro y no exija, en reciprocidad, el mismo trato ante los anteriores monos bananeros y Sarkozy.




El chuloputas

(Publicado previamente en El Filóloco el 28-8-2008)

Hoy me he encontrado con el chuloputas.

El típico chuloputas.

El chuloputas español.

Caminaba yo, tan pizpireto por la calle, plim plam, plim plam, cuando... ¡plas!, de repente, mi pie se sintió adherido al cálido pavimento estival por una especie de inesperado pegamento que no me permitía continuar.

El ungüento pegajoso no era más que pintura blanca con la que unos tiernos obreros estaban acicalando las bandas del paso cebra por el que yo transitaba.

Cuando levanto la cabeza, uno de los obreros, el chuloputas, el chuloputas español por antonomasia, me dice pavoneándose: "¡a ver si te fijas por donde pisas!", en lugar de disculparse, o poner cara de circunstancias, ya que no habían puesto ningún cartel de advertencia, sino un tímido cubo situado a un lado y semioculto tras una farola.

Ante mi recriminación por no poner nada que advirtiese sobre la trampa peatonil, el chuloputas, el típico chuloputas, el chuloputas es-pa-ñol me dice que me quite las gafas de sol para ver mejor. Lo más gracioso es que él llevaba puestas otras gafas de sol, aún más oscuras, de un oscuro chuloputas.

Entonces se armó la que se armó. Prestos, cual comadrejillas hispánicas, salieron sus otros compañeros a apoyarle, como si él hubiera sido el perjudicado, y eso que la dichosa pintura me había destrozado los zapatos.

El chuloputas español siempre se acompaña de dichas comadrejillas, para que, así, después de putearte, enchulearte, mofarte de ti, si cae, te pueda caer una buena tunda de sopapos, con esa típica valentía española de todosaporuno y unoparatodos.

Como siempre, luego salió el que hacía el papel de bueno para separarnos (bueno... para separarme a mí de todos los demás).

Y la cosa quedó ahí.

Es decir quedé ahí: pintado, pero contento. Contento de que el chuloputas, junto a sus secuaces ibéricos no hubiesen repintado la calle conmigo como brocha.

¡Ah, el chuloputas!: creía que las viejas costumbres hispanas de chulería y manadismo grupal ya habían muerto con el tardofranquismo... Pero no: ahí siguen como siempre. Nuestras viejas tradiciones: los toros, las jotas, los nacionalismos paletonazis... y el chuloputas... el típico chuloputas español (marca registrada).


Related Posts with Thumbnails