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martes, 21 de agosto de 2012

Paso a paso hacia el precipicio


Algún día la gente se acabará dando cuenta de que tanto el PSOE como el PP forman parte del mismo entramado... cuyo único fin es el enriquecimiento propio a costa del empobrecimiento ajeno y cuyo método es la desestabilización completa de lo que creíamos firmemente asentado...

Ambos partidos, aunque aparentemente antitéticos, van de la mano en asuntos vitales para la supervivencia de España y de la dignidad... ¿Os acordáis de que, recientemente, votaron en contra de la propuesta de UPYD en el Congreso para ilegalizar Bildu...?

Desde hace años, dicho entramado avanza progresivamente, primero usando el pie Izquierdo y, luego, el Derecho, para conducirnos hacia el mismo precipicio...

Durante los años del primer Socialismo, en los años 80, desmantelaron la escasa industria española, bautizándola con el irónico nombre de "reconversión industrial", y, en un acto de sumisión para conseguir el ingreso en la Unión Europea, hundieron a la pesca en el fondo abismal de la dependencia total de Bruselas -encargada de negociar sin ningún interés los cada vez más escasos permisos de pesca-, y condenaron a la agricultura al perpetuo secano de las subvenciones a nuestros cultivos.

En esos mismos años, la Izquierda multiplicó ad infinitum los contratos basura y legalizó las esclavistas empresas de trabajo temporal...

Llegado el aznarato, la Derecha no cambió ninguno de estos desmanes cometidos por el Socialismo y no puso coto alguno a la inmigración desaforada -que comenzó por aquellos años-, para conseguir mano de obra barata que compitiese con la española... Es decir, echó el caldo de cultivo necesario para la creación de "esclavos voluntarios"... Un nuevo mundo de sumisos trabajadores siguiendo el modelo de China...

Y ya conocéis los desastres del cercano Socialismo zapatético, y el hundimiento aún mayor en la miseria al que las medidas rajoyescas nos está conduciendo en estos momentos...

Un Nuevo Orden Mundial a través del desorden de todo lo establecido...

No hay peor ciego que el que no quiere ver...



sábado, 17 de marzo de 2012

Breve reflexión sobre la productividad española


¿Creéis sinceramente, como reza el manido tópico, repetido como una monocorde letanía, que el trabajador español es menos productivo que el de otros países...?

Yo, sinceramente no lo creo...

Lo que siempre he pensado es que el empresario español es mucho más esclavista que cualquier empresario del Primer Mundo, actitud que desincentiva enormemente cualquier tipo de productividad, al basarla en salarios bajos y larguísimas jornadas laborales en horario discontinuo (mañana y tarde), amén de abundantes horas extras impagadas que los trabajadores realizan para "no quedar mal" con la empresa, siguiendo la sempiterna tradición del lacayismo español y su congénito peloteo y sumisión ante el aparentemente más fuerte...

Es bien sabido que los españoles se encuentran entre el grupo de asalariados que más horas trabajan y menos cobran... ¿Se les puede exigir productividad adicionalmente...? (►)

Tened bien bien claro que, en España, nunca han existido empresarios...

...Señores, en este triste país, simplemente han existido negociantes, vulgares chamarileros, buhoneros desnortados, vacuos mercachifles de Rastro que sólo intentan sacar el máximo beneficio...

en el menor lapso de tiempo...

con el mínimo esfuerzo...

Si estoy de acuerdo con un amigo que me escribe criticándome al respecto, es que, en España "hay mucho vago"... Pero no sólo en relación a los trabajadores, sobre los que ciertas clases sociales quieren focalizar todas las culpas...

La vaguería es consustancial también a buena parte de nuestra casta empresarial, que acude al beneficio rápido, a corto plazo, en lugar de diseñar estrategias a largo plazo, de inversión en innovación tecnológica y, sobre todo, de reinversión de los beneficios obtenidos en la propia empresa...

Aquí se tiende a repartirse ávidamente el botín de los beneficios, en lugar de dedicar una parte sustancial de los mismos a reforzar la empresa... Ésa es la auténtica diferencia entre un negociante y un auténtico empresario... Y, en España, tenemos mucho de los primeros y poco de los últimos..






sábado, 19 de junio de 2010

Todo el planeta, pendiente del Mundial de Fútbol

"Dale a un tonto una pelota y será completamente feliz".
(Anónimo)





Todas las frases del Filóloco juntitas, pero no revueltas, en: Frases lapidarias del Filóloco


domingo, 13 de junio de 2010

Los tontiparagüeros


Tras las copiosas lluvias caídas ayer sobre Madrid, me ha venido a la mente un personaje que harto abunda por estas tierras de la Villa y Corte.

Hablo del tontiparagüero.

Denomínase "tontiparagüero" a aquel espécimen humano que tiene una espasmódica aversión a los paraguas. Bueno, al hecho de llevar un paraguas cuando empiezan a asomar las nubes en lontananza.

Llevo años fijándome en que la mayoría de los madrileños (no la totalidad, puesto que yo no me incluyo entre éstos) tiene auténtico terror a llevar un paraguas cuando se prevé lluvia. Este sujeto hace todo lo posible para evitar estas pacíficas lanzas de nuestra época y prefiere mojarse antes de que le vean portando plegada una de esas negras setas sin que esté cayendo gota alguna.

No sé qué tendrán los paraguas, pero el madrileño se ve más guapo sin ellos.

Prefiere arriesgarse a quedar empapado como un calamar antes de que le vean portando un quitalluvias en posición de firmes.

Es lo que toda la vida se ha llamado un "tontín": y es que el madrileño, por lo general, es muy tontín. Anda pensando siempre en lo que los demás pensarán de él. El tontín, generalmente, cree que, a la mínima, los demás le mirarán como a un tonto por sacar a pasear un utensilio que quizás no vaya a utilizar... por lo cual prefiere calarse a marchar precavido.

El tontiparagüero es, además, algo inquisidor: si, por precaución, sacas tu paraguas de paseo, presto te mirarán de soslayo. Si una vez desplegado, porque llueve, se te ocurre pasar con él momentáneamente bajo un sitio cubierto sin volverlo a plegar rápidamente, te echarán una mirada que atravesará tu conciencia como un tormentoso rayo. La estupidez madrileña exige que, si andas en ese momento bajo una amplia cornisa, pliegues inmediatamente tan ominoso artilugio hasta que vuelvas a salir al descampado.

En los años en que viví en la ciudad de León (pero no se asusten: no soy Zapatero) observé que sus habitantes, con toda la precaución del mundo, cuando las nubes atisbaban sucias, tomaban el paraguas en ristre y salían con él con toda naturalidad por la ciudad. Podías ver tanto a gente mayor con su paraguas plegado como a personas de mediana edad como a punkies a los que no les importaba mezclar sus teñidas y coloridas crestas con serios y fúnebres paraguas. Los leoneses eran gente normal, sin complejos -como los londinenses- y como tantas otras personas de múltiples ciudades.

Pero el madrileño no: el tontiparagüero madrileño es el epítome de la tontuna, del acomplejamiento sin mesura del -en definitiva- "mira a los demás por si te miran".




jueves, 10 de junio de 2010

Paletomapa del tiempo (2)


Comentábamos recientemente la ridícula descripción del mapa del tiempo que realizan casi todas las cadenas de televisión españolas mediante la cual se intenta ningunear a la capital del Estado, retrasando al máximo la información meteorológica de la misma. Una muestra más de la endémica envidia española -sinónimo de su acomplejamiento congénito-, que no consiente que una ciudad sea la capital de las demás. Un detritus más de las periféricas mentes que están llevando a este país al desastre.

Proponía al final del susodicho artículo que la descripción se realizase en espiral, para así retrasar al máximo la información meteorológica matritense, lo cual provocaría un estridente orgasmo en las mentes de los separabobos que se han apoderado de nuestra nación...

...¡Pues me han hecho caso!

Pero no han seguido mi consejo ninguna de las felpúdicas emisoras socialistas que invadieron a golpe de dedazo nuestras cadenas televisivas hace tiempo... no vayan a pensar eso... no.

La descripción del tiempo en espiral, para dejar a Madrid en penúltima descripción informativa, ha venido de la mano de... ¡Intereconomía Business!

Sí señores, esa cadena que tanto se pavonea con el lema "Orgullosos de ser de Derechas" luce las mismas galas de los, tan criticados por ella, "maricomplejines", pero multiplicadas por diez.

Vamos, que los "intereconómicos" son también de los que desean que los madrileños pidamos perdón por el mero hecho de serlo.

Hace tiempo prometí no volver a escuchar más la COPE, cuando la cobarde y desagradecida Iglesia despidió a Federico Jiménez Losantos, el ingenioso locutor que la había encumbrado hacia cimas a las que nunca antes había llegado. La promesa la he cumplido y, al igual que yo, mucha otra gente.

En estos momentos, la COPE vuelve a sumirse en el pozo sin fondo de la pérdida de oyentes y le auguro una próxima desaparición o absorción por otra emisora.

Tras todo esto, lo que prometo ahora es no volver ni a ver ni a escuchar la cadena de emisoras de Intereconomía, a menos que corrijan su actitud y se disculpen por este escupiente insulto a todos los madrileños.

No me harán caso en lo bueno (aunque sí me lo hicieron en lo malo...), así que, de seguir por estos derroteros, les auguro un futuro tan prometedor como el del Gobierno que nos asola diariamente y al que ellos tanto critican sin mirarse al espejo.




V. también: Paletomapa del tiempo


martes, 8 de junio de 2010

Cierre de fronteras


Cuando el herrumbroso y frágil castillo de naipes que tan trabajosamante esta falsaria Constitución de 1978 ha ido construyendo se derrumbe y las cartas del latrocinio institucional queden puestas boca arriba, llegará un momento en que, para que la verdad se abra paso, las fronteras deberán cerrarse.

Treinta y ocho años de derroche administrativo inconmensurable, de prebendas sin fin, de salarios autoconcedidos sin límites, de vacíos cargos creados de la nada, de amigos y familiares colocados por la magia del dedo, de asesores de consejeros de presidentes de histéricas autonomías, de recalificaciones de suelo, de roldanes, de gürteles, de expropiadas rumasas, de incontables aeropuertos para aviones de papel, de legiones de oscuros y blindados coches oficiales, de chóferes serviles, de insondables despachos redecorados estallarán como un globo lleno pútrida agua ante nuestros rostros.

Y ese día, las fronteras deberán cerrarse.

Y ningún ladrón podrá salir.

Y todos deberán rendir cuentas.

Y el que sin nada vino, sin nada regresará.

Y al que todo quitó, todo se le quitará.

Y al que nada dio, nada se le dará.




lunes, 7 de junio de 2010

El sacamocos sin pañuelo

Hoy voy a hablar de un personaje que pulula cada vez con mayor asiduidad en esta España que nos ha tocado heredar: el sacamocos sin pañuelo.

¿Quién es este curioso y obsceno personaje?

En primer lugar, hemos de decir que es un "extranjero".

Pero la palabra "extranjero", hoy en día, es harto imprecisa en España:

- En esta tierra de lameculos, normalmente denominamos "extranjero" al extranjero rico, es decir, al turista: "extranjeros" son, pues, los vomitones ingleses y alemanes que animan el devenir playero con alegres cánticos melopeicos y gritos estentóreos, allá por donde plantan sus atilianos pies; "extranjeros" son también los discretos franceses y los gregarios estadounidenses que avanzan en grupo todosjuntosypegaditos por si los malvados españoles les robamos sus bien endolarizadas billeteras.

- Una segunda categoría son los "japoneses", a los que, aunque también sean extranjeros, turistas, gregarios y ricos, preferimos denominarlos por su gentilicio original, por aquello de que los españoles "no somos racistas", pero nos vemos muy guapos comparados con ellos (...ya saben aquello de que en el reino de los ciegos el tuerto se cree el rey...).

- A los extranjeros pobres, sin embargo, les llamamos simplemente "inmigrantes".

Pues bien, el "sacamocos sin pañuelo" entra dentro de esta última categoría de extranjeros: la de los inmigrantes.

Este sujeto normalmente es un señor joven (inferior a los 30 años), africano (nor-, sub- o centrosahariano) o de algún ignoto país del Este europeo, delgado (no sé por qué) y que gusta de sacarse las secreciones napiosas sin utilizar pañuelo alguno.

Usa para ello los dedos, que, a modo de pinza, sujetan grácilmente la nariz. De un resoplido, intenta expulsar con vehemencia el susodicho mucamen que, como una estalactita, suele permanecer colgado durante cierto tiempo del alero. Si de un solo bufido no pasa a convertirse en estalagmita, un segundo impulso eólico conseguirá tal fin.

Tras la operación, el sacamocos se queda muy tranquilo y, feliz, prosigue su pizpireta andanza por nuestras soleadas calles después de habernos dejado un inolvidable recuerdo.

El sacamocos es, además, un ser de nuestros tiempos, pues es ecologista: prefiere no usar pañuelo alguno, ya que dañan la naturaleza (hay que cortar muchos arbolitos para producir los malvados kleenex...).

Debemos ser solidarios además con los sacamocos, pues deben de ser tan pobres, tan pobres, que no tienen ni para llevarse nada a la nariz.

¡Ah, el sacamocos! ¡Qué tierna imagen para estos tiempos de penuria moral, económica y estética!

¡Qué exacta y explícita imagen de esta España zapateril en la que lo hortera, lo indecente o lo -literalmente- guarro se ha convertido en la norma que impulsa toda nuestra actividad cotidiana!

¿Y qué es lo que nos deparará el destino en próximas ediciones...?

¿Quizás el pedorretero sin pantalones...?




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